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lunes, 20 de octubre de 2014

Concédeme este regalo, cierra los ojos y siente…
Mis manos erizan tu piel, beso tu torso desnudo, oh si!!!

Déjame querer…

Mi lengua recorre tu hombría, los dedos lo hacen también
caricias que son compensadas por entrecortados gemidos de placer, por favor!!!

Déjame querer…

Regala tu esencia a mi boca, elixir que quiero beber,
en ti veo el deseo, entrégame tu alma, yo entregaré mi ser.
Finge por un momento que existe sentimiento en el lecho,
hazme sentir por un instante que eres mío y te puedo querer.



Sensual, provocativo... mi cuerpo se contonea como llevado por la música…

Tengo los ojos cerrados, no te veo, pero siento tu mirada clavada en mí…

Tú lo sabes, también yo... disfrutaremos danzando juntos... yo sobre tu cuerpo, tú enterrado en el mío…

Yo seré tu deseo… Tú serás mi capricho.
Hazme el amor con palabras, susúrrame al oído lo mucho que mi cuerpo deseas.

Haz que mi cuerpo arda, con promesas de besos y caricias, de pasión desenfrenada.

Haz que pierda la cordura, excitada sobre mi cama, anhelando que llegue el día de tenerte enterrado entre mis piernas vida mía.


Tú me dijiste… — ¿Si te invito a una comida, te vendrás? Y yo contesté… — Si eres un buen comedor, gustosamente lo haré.
Todas las palabras por inocentes que sean tienen dos interpretaciones. El emisor sabe muy bien lo que quiere decir y el receptor las interpreta según su criterio o más bien como le dicte su sexy y deseosa mente…

Jugando como adultos...

El pelo se me pega a la cara, estoy sudando, mis muslos están empapados. Tus ojos reflejaban deseo; cristalinos y con las pupilas dilatadas. Tu mirada también grita lo que ya tu cuerpo traicionero revela. De rodillas sobre la cama y entre mis piernas te obligas a no reaccionar, pero sé que las ganas arañan tu mente del mismo modo que se lo harán mis uñas en tu espalda. Hoy recibí el nuevo juguete que compré online y tú quisiste ver como lo probaba y yo… yo no puedo negarte nada.

Solo el leve zumbido y el sonido de mi respiración acelerada rompen el silencio. Me miras fijamente mientras mojas tus labios y la imagen de tu lengua hace que el roce del vibrador sobre mi clítoris se sienta extremadamente placentero. Me tomo mi tiempo y lo muevo lentamente a lo largo de mi sexo, quiero provocarte, tentarte hasta el punto de que no seas capaz de pensar en nada más que no sea penetrarme.

Un gemido escapa de mis labios cuando lo introduzco en mi interior y comienzo a acariciar mi clítoris con la yema de los dedos. Siento como tus manos rozan mis muslos, abriendo más mis piernas, no quieres perderte nada. Tu mirada esta fija en mi sexo, en el vibrador que entra y sale de él empapado, en el dedo que frota el clítoris y tu respiración comienza a ser más fuerte. Es treméndamente sensual sentir tus ganas, ver tu erección palpitar, saber que estas deseando que me corra para poder tocarme, poder probarme, poder follarme.


Te cuesta cada vez más contenerte y eso me enciende, me excita de tal modo que la sensación que precede al orgasmo, ese momento en el que sientes como un cosquilleo recorre tu sexo por dentro se prolonga y es una gozada. Mis muslos comienzan a temblar, el orgasmo está a punto de llegar. Ya no miras mi sexo, me miras a la cara, a los ojos… y exploto.

Mi sexo se contrae y un grito sale de mi garganta al tiempo que un… “¡Joder!” sale de la tuya.

Siento tus labios besando mi monte de venus y tus dedos separando los labios de mi sexo. Tu lengua acaricia el clítoris mientras retiras lentamente el dildo y lames mi entrada. Te afanas como lo haría un hambriento ante un manjar, bebiendo como un sediento y trepas por mi cuerpo haciéndome probar de tus labios mi propio sabor.

Tu pene se desliza sobre mi sexo, arriba y abajo, impregnándose con mis fluidos y mi boca se traga tu gemido y la tuya el mío cuando me penetras y todo comienza de nuevo. El roce de tu erección en cada lenta y calculada embestida hace que ese cosquilleo, esa sensación de placer inigualable vuelva. Sé que no puedes aguantar mucho mas, hoy te provoqué de tal manera que te es imposible contenerte y yo tampoco quiero que lo hagas. Apoyo los talones en tus hombros y arqueo la espalda gozando de la sensación de sentirme llena. Intentas sonreírme, pero ese amago de sonrisa es velado por el éxtasis, tu cara refleja el placer que sientes, tu orgasmo ha llegado, te estás corriendo y pellizcas mi clítoris sin dejar de moverte provocando que el mio tarde segundos en llegar.

Ahora si sonríes, ambos lo hacemos, con las respiraciones aceleradas y empapados en sudor.